Cuando nacemos tenemos delante de nosotros todo un mundo por descubrir. Vamos viendo que ese mundo está lleno de luces y sombras ,de alegrías y de tristezas, de escasez y de abundancia, etc.
Vemos, desconcertados, como a veces, los débiles son tratados brutalmente por los fuertes y el rico no tiene otro afan que quitar al pobre lo poco que tiene.
Gracias a Dios dentro del ser humano está la fuerza de mejorar y el don de soñar. Cuando llegamos a la pubertad estamos deseosos de ser adultos y soñamos liberarnos del refugio de los que nos cuidaron y educaron lo mejor que ellos supieron y también con los medios que tenían.
Empezamos a ser independientes, nos enamoramos, formamos una familia y seguimos nuestro caminar por la vida.
Siempre pensando en el futuro, cansados de trabajar y de haber tenido tantas responsabilidades, nuestro deseo es la jubilación. Lo ideal es llegar a ella con la suficiente salud que nos deje disfrutar un poco de la vida haciendo lo que “nos venga en ganas”.
Sin poder remediarlo llegamos a la vejez con un número de enfermedades, que sin ser mortales te fastidian. El miedo a la muerte nos envuelve cada día y pensamos en ese momento ¿He logrado ser feliz?
A lo largo de nuestra vida nos hemos encontrado con muchas cosas que deberían habernos hecho felices, amor, familia, hijos, buen trabajo, salud y jubilación pero ¿Hemos llegado a tener ese anhelo de felicidad?.
Buscamos siempre la Felicidad fuera de nosotros y no sabemos que la verdadera felicidad está dentro de nosotros.
El saber aceptarnos tal como somos. Escuchar a los demás. Saber llevar los sin sabores que la vida nos brinda con resignación y sobre todo no perder la ilusión por nada y derramarla por donde vayamos pasando.
"PORQUE LA ESPERANZA Y LA ILUSION DE VIVIR HACE QUE NUESTRA ALMA ESTE SIEMPRE ALEGRE".